miércoles, noviembre 4

Día 4. -Cuatro brazos, cuatro piernas

Hoy todo parece estar mejor, o al menos todo parece estar ahí. O por lo menos puedo decir que las cosas están distintas. Soñé que se terminaba el mundo y yo estaba tan lejos, tan lejos otra vez. Tenía poco tiempo y la gente estaba desesperada, tenía que ordenar mis prioridades. Estaba en un colegio, un colegio sin escaleras pero con muchos pisos (esta descripción es tan recurrente), pero esta vez había algo distinto, y era que podía trepar sin que me de vértigo, podía trepar sin problemas. (...)Llamé a mi mamá y con el mejor uso de la templanza intenté arreglar las cosas como pude. No recuerdo si la ví, si la abracé, pero tengo la sensación de haber tenido éxito en la charla. (...)Fui corriendo desde donde estaba, creo que a mi casa y en el camino me crucé con él, tenía los ojos rojos y yo no paraba de llorar, no logro recordar con detalles pero creo que lo abracé, le di un beso rápido y le dije que ya nada importaba, que lo quise con el alma, que gracias, que ya no tenía sentido. (...) Llegué a mi casa, que no era mi casa y que estaba vacía, agarré cosas importantes que ni por lejos me acuerdo qué cosas eran, y pedí un remis. Me subí y le dije que me lleve a mi casa, no a la que no era si no a mi verdadera casa, en la que estaba mi gente. Estaba agradecida por haber tenido tanto tiempo y tan triste por no poder estar con mi mamá en el final. Entonces recordé que dejar a los perros solos en esa casa era injusto, y quise volver a buscarlos; pero desesperadamente el tiempo se empezó a marchitar y en un grito ahogado eran las 4.15 am y estaba hundida en mi cama deshecha y tan gris...

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Estoy mejor, aunque... aunque tantas cosas.

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